Porque eres inmaculada, ser que la vida me dio por tu gracia, por tu encanto y por todo lo que sos. Doy gracias al ser supremo que a ti me dejó llevar en mis entrañas, muy tiernas, un ser humano sin igual. Quisiera que tú comprendas, cuando veas florecer en mi cabeza la nieve, que los años han de traer. Es por ti a quien recurro pues sabes que te querré con mi vida, que en la tuya, tu corazón de mujer. María, ese es tu nombre cual la Madre del Señor y Ana por ser su Santa, abuela del Redentor. Nunca olvides mis consejos pues yo a tu lado estaré, hoy por siempre y para siempre a ti, hija, he de querer. Ana María Zacagnino (En la voz de la Autora) :-:-:-:-:-:-:-:-:-:-: No está permitido el uso y la copia del material escrito, gráfico y auditivo sin previa autorización de la autora