Porque Dios permitió que mi vida cambiara y ver el agua mansa, al despuntar el alba.   Porque el camino es largo hacia tierras nevadas, laderas de montañas y lagunas heladas.   Llegando a Bariloche… con cordillera hermana y besar esas cumbres... acariciar sus aguas.   Frente al Nahuel viví esos días de magia, junto a mi esposo e hijos, junto a gente adorada.   Al acostarme oí al Nahuel que cantaba y al nacer el nuevo día verlo desde mi ventana.   ¡Gracias Dios, por darme tanto! ¡gracias Patria mía, hermana! nunca los olvidaré... ¡Bariloche y sus cascadas!   Ana María Zacagnino



                





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